Nunha aldea de Galicia, da que non quero lembrarme, naceu hai xa uns anos, Fuco da Martiña. Non se sabe o porqué, pero ninguén soubo nunca os apelidos do rapaz. Nín sequera sabían os da súa nai: Marta. Así foi coñecido no lugar, como Fuco, fillo da Martiña, de pai descoñecido.
Estoy sentado a una mesa. No sé cómo he llegado hasta aquí. Delante tengo un plato con un filete a medio comer, en mi mano derecha un cuchillo y en la izquierda un tenedor. Al lado del plato un vaso de vino tinto por la mitad. Enfrente está sentada una señora, estamos solos en la mesa. Sé que es mi esposa, pero no recuerdo su nombre, ni su cara. No la recuerdo en absoluto, pero por alguna razón sé que es mi esposa. En realidad, es el primer ser humano que veo en mi vida. Me mira y sonríe. Yo le devuelvo la sonrisa.
Ha sido como una semana de vacaciones, no sé cómo pasaré el resto de los días. Pero estos primeros cinco fueron bastante buenos, he leído más de lo que leo en una semana normal y me visto todas aquellas pelis que tenía pendientes.